miércoles, 13 de mayo de 2020

How much less carbon dioxide due to Coronavirus and the world lockdown

Covid-19: The challenge is to invent a more sustainable world

Cyril Dion : « La crise du Covid-19 peut nous aider à construire le monde d’après »



Covid-19: El reto es inventar un mundo más sostenible
Con el hundimiento reciente del precio del petróleo por falta de consumo y capacidad de almacenamiento debido al coronavirus Covid-19, las energías renovables van a ser menos competitivas; además las crisis económicas y el gran endeudamiento de muchos países van a disminuir o eliminar las inversiones y subvenciones  de los gobiernos a proyectos de lucha contra el cambio climático, como en la eficiencia energética en los edificios, las energías renovables y los vehículos eléctricos…
Nuestro reto actualmente es como se puede seguir trabajando, dentro de estas circunstancias adversas,  por  una economía a favor de la lucha contra el calentamiento global, por las emisiones de gases de efecto invernadero y la deforestación. Y cómo podemos aprovechar esta crisis económica, consecuencia de esta pandemia, en una  oportunidad para una transformación de  nuestro actual modus aprendí de actividad económica  en un nuevo modelo de economía verde y sostenible, en una verdadera transición ecológica. Una transición ecológica necesaria para evitar una catástrofe y  falta de regulación ambiental con consecuencias desastrosas tanto para la vida humana, la biodiversidad y la misma economía. La progresión del calentamiento global y sus efectos van deteriorando lentamente la vida de muchas personas y su impacto final podría hacer las condiciones ambientales insoportables para la mayoría sobre nuestro planeta, si seguimos con el modelo actual productivo de nuestra economía y hábitos en nuestro  modo de vida, incompatibles con la lucha contra el cambio climático.
 De esta crisis del Covid-19 podemos sacar lecciones que pueden ayudarnos a prepararnos para el futuro, a construir una sociedad más justa, más resiliente y más sostenible. Especialmente anticipando este otro peligro: el cambio climático. Porque el caos que estamos experimentando por la falta de previsión ante esta epidemia  del Covid-19 es probablemente nada en comparación con lo que podríamos pasar con las consecuencias del peligro del cambio climático
Las últimas estimaciones de los laboratorios de climatología predicen un aumento de la temperatura de 2 grados centígrados en 2040, si seguimos nuestro modo de vida y de economía como hoy, y 7 grados centígrados en 2100. En un mundo a más de 7 grados, los veranos calurosos serían la norma, y ciudades importantes del mundo estarían parcial o totalmente bajo el agua del mar. Seguiremos viendo fenómenos atmosféricos más extremos, huracanes y grandes tormentas con inundaciones en unas zonas y falta de lluvia en otras- too much water and too little. 
El agua  escasearía y se  agotaría en muchas zonas. Los rendimientos agrícolas podrían caer muchísimo, creando disturbios por hambre. Países enteros se volverían inhabitables, impulsando a cientos de millones de refugiados a buscar nuevos lugares donde puedan subsistir. La selva amazónica se convertiría en una sabana. Aparecerán sin duda  nuevos virus, especialmente los que se transmiten de animales a seres humanos, las zoonosis, como Covid-19, que podrían acelerarse por la deforestación, la cría intensiva y la destrucción de la biodiversidad. Cuando vemos el pánico y la desestabilización sanitaria y económica que ha creado el nuevo coronavirus, no hay que ser un adivino para imaginar lo que le sucedería a la economía global como consecuencia de una desregulación ambiental severa.


Inventar otro desarrollo sostenible
Nuestro reto es reinventarnos para crear un nuevo mundo con innovaciones en nuestra economía y modo de vida que proteja nuestro medio ambiente. Formamos en el fondo parte de un ecosistema más grande; sobre el cual nuestra economía, la tecnología y nuestro modo de consumir y vivir  por encima de nuestros medios y recursos naturales,  no siempre lo tienen en cuenta. Lo tenemos que tener en cuenta.  Y  probablemente sobre esa base necesitamos que construir. ¿Cómo podemos limitar nuestra explotación de los recursos naturales a su capacidad de renovación? ¿Cómo construir sociedades que integren al resto de los seres vivos en el planeta como sujetos y más que como objetos? ¿Cómo se puede distribuir la riqueza de tal manera que todos puedan vivir una vida digna y plena?
La prioridad hoy día es vencer esta pandemia y volver a la actividad económica y los centros de educación. Nuestra economía no tiene que perder la dirección del desarrollo sostenible para vencer también al cambio climático, sino intensificar los esfuerzos en este sentido. El Green Deal (acuerdo verde) europeo es un instrumento fundamental para la Unión Europeo en esta lucha y la crisis del Covid-19 lo pondrá en prueba ante las maniobras de algunos de debilitar sus ambiciones ambientales. Diez países europeas, entre ellas España, Francia y Alemania, han pedido una salida verde y amigable con el medio ambiente  a esta crisis.
Nuestras sociedades dependen con incertidumbre del crecimiento, del ciclo ininterrumpido de producción y consumo y de los suministros que provienen de todo el mundo. Con esta crisis y la falta de suministros sanitarios, los expertos sugieren que habrá un repensar en los países de la dependencia en sus necesidades esenciales sobre otros países. Sin embargo, esto no significa el fin de la globalización de la economía, que comenzó con los fenicios, la ruta de la seda y otros, sino adecuarla a nuestras circunstancias. 
Frente a las amenazas climáticas, cada territorio debe ser capaz de proporcionar una parte esencial de la producción de alimentos de sus habitantes, mientras continúa intercambiando otra parte.  También es necesario el fortalecimiento de la independencia energética de los países y territorios con energías renovables. Ser capaz de garantizar un mínimo de la energía que consumimos localmente será probablemente vital en el futuro en caso de fallo de la red.
Asegurar nuestros suministros de agua. Esto conlleva también ahorro (especialmente en la agricultura), recuperación más inteligente del agua de lluvia, sistemas locales de purificación,  y la protección de las aguas subterráneas de la contaminación por pesticidas, abonos etc.
Preparar nuestros territorios para circunstancias extremas: plantar para climatizar a ciudades sujetas a veranos calurosos, dejar de invadir la naturaleza y permitir que grandes partes de nuestros territorios absorban lluvias, albergar la vida silvestre y los polinizadores que la agricultura necesita...
Finalmente, reubicar una parte de nuestra economía. Necesitamos una multitud de empresarios locales e independientes, agricultores, artesanos, pymes que satisfagan las necesidades básicas de cada territorio. Varios estudios muestran que este tipo de economía local diversificada crea más empleos y distribuye la riqueza de manera más equitativa.
Otras ideas que tendríamos que considerar: territorios de cero residuos con economía circular y simbiótica, inscripción de derechos para animales y la naturaleza, nuevos indicadores- “PIB sostenible”- que reemplazarían al PIB (producto interior bruto) actual.
Mahmoud M. Rabbbani
Director de Sustainable development over-seas programme
Doctor en Ciencias Químicas
Published in a Spanish Newspaper