Covid-19: El reto es inventar un mundo más sostenible
Con el hundimiento reciente del precio del petróleo por
falta de consumo y capacidad de almacenamiento debido al coronavirus Covid-19,
las energías renovables van a ser menos competitivas; además las crisis
económicas y el gran endeudamiento de muchos países van a disminuir o eliminar
las inversiones y subvenciones de los
gobiernos a proyectos de lucha contra el cambio climático, como en la
eficiencia energética en los edificios, las energías renovables y los vehículos
eléctricos…
Nuestro reto actualmente es como se puede seguir trabajando,
dentro de estas circunstancias adversas,
por una economía a favor de la
lucha contra el calentamiento global, por las emisiones de gases de efecto
invernadero y la deforestación. Y cómo podemos aprovechar esta crisis económica,
consecuencia de esta pandemia, en una
oportunidad para una transformación de
nuestro actual modus aprendí de actividad económica en un nuevo modelo de economía verde y
sostenible, en una verdadera transición ecológica. Una transición ecológica
necesaria para evitar una catástrofe y
falta de regulación ambiental con consecuencias desastrosas tanto para
la vida humana, la biodiversidad y la misma economía. La progresión del
calentamiento global y sus efectos van deteriorando lentamente la vida de
muchas personas y su impacto final podría hacer las condiciones ambientales
insoportables para la mayoría sobre nuestro planeta, si seguimos con el modelo
actual productivo de nuestra economía y hábitos en nuestro modo de vida, incompatibles con la lucha
contra el cambio climático.
De esta crisis del
Covid-19 podemos sacar lecciones que pueden ayudarnos a prepararnos para el
futuro, a construir una sociedad más justa, más resiliente y más sostenible.
Especialmente anticipando este otro peligro: el cambio climático. Porque el
caos que estamos experimentando por la falta de previsión ante esta
epidemia del Covid-19 es probablemente
nada en comparación con lo que podríamos pasar con las consecuencias del
peligro del cambio climático
Las últimas estimaciones de los laboratorios de climatología
predicen un aumento de la temperatura de 2 grados centígrados en 2040, si
seguimos nuestro modo de vida y de economía como hoy, y 7 grados centígrados en
2100. En un mundo a más de 7 grados, los veranos calurosos serían la norma, y
ciudades importantes del mundo estarían parcial o totalmente bajo el agua del
mar. Seguiremos viendo fenómenos atmosféricos más extremos, huracanes y grandes
tormentas con inundaciones en unas zonas y falta de lluvia en otras- too much
water and too little.
El agua escasearía y
se agotaría en muchas zonas. Los
rendimientos agrícolas podrían caer muchísimo, creando disturbios por hambre.
Países enteros se volverían inhabitables, impulsando a cientos de millones de
refugiados a buscar nuevos lugares donde puedan subsistir. La selva amazónica
se convertiría en una sabana. Aparecerán sin duda nuevos virus, especialmente los que se
transmiten de animales a seres humanos, las zoonosis, como Covid-19, que podrían
acelerarse por la deforestación, la cría intensiva y la destrucción de la
biodiversidad. Cuando vemos el pánico y la desestabilización sanitaria y
económica que ha creado el nuevo coronavirus, no hay que ser un adivino para
imaginar lo que le sucedería a la economía global como consecuencia de una
desregulación ambiental severa.
Inventar otro desarrollo sostenible
Nuestro reto es reinventarnos para crear un nuevo mundo con
innovaciones en nuestra economía y modo de vida que proteja nuestro medio
ambiente. Formamos en el fondo parte de un ecosistema más grande; sobre el cual
nuestra economía, la tecnología y nuestro modo de consumir y vivir por encima de nuestros medios y recursos
naturales, no siempre lo tienen en
cuenta. Lo tenemos que tener en cuenta.
Y probablemente sobre esa base
necesitamos que construir. ¿Cómo podemos limitar nuestra explotación de los
recursos naturales a su capacidad de renovación? ¿Cómo construir sociedades que
integren al resto de los seres vivos en el planeta como sujetos y más que como
objetos? ¿Cómo se puede distribuir la riqueza de tal manera que todos puedan
vivir una vida digna y plena?
La prioridad hoy día es vencer esta pandemia y volver a la
actividad económica y los centros de educación. Nuestra economía no tiene que
perder la dirección del desarrollo sostenible para vencer también al cambio
climático, sino intensificar los esfuerzos en este sentido. El Green Deal
(acuerdo verde) europeo es un instrumento fundamental para la Unión Europeo en
esta lucha y la crisis del Covid-19 lo pondrá en prueba ante las maniobras de
algunos de debilitar sus ambiciones ambientales. Diez países europeas, entre
ellas España, Francia y Alemania, han pedido una salida verde y amigable con el
medio ambiente a esta crisis.
Nuestras sociedades dependen con incertidumbre del
crecimiento, del ciclo ininterrumpido de producción y consumo y de los
suministros que provienen de todo el mundo. Con esta crisis y la falta de
suministros sanitarios, los expertos sugieren que habrá un repensar en los
países de la dependencia en sus necesidades esenciales sobre otros países. Sin
embargo, esto no significa el fin de la globalización de la economía, que
comenzó con los fenicios, la ruta de la seda y otros, sino adecuarla a nuestras
circunstancias.
Frente a las amenazas climáticas, cada territorio debe ser
capaz de proporcionar una parte esencial de la producción de alimentos de sus
habitantes, mientras continúa intercambiando otra parte. También es necesario el fortalecimiento de la
independencia energética de los países y territorios con energías renovables.
Ser capaz de garantizar un mínimo de la energía que consumimos localmente será
probablemente vital en el futuro en caso de fallo de la red.
Asegurar nuestros suministros de agua. Esto conlleva también
ahorro (especialmente en la agricultura), recuperación más inteligente del agua
de lluvia, sistemas locales de purificación,
y la protección de las aguas subterráneas de la contaminación por
pesticidas, abonos etc.
Preparar nuestros territorios para circunstancias extremas:
plantar para climatizar a ciudades sujetas a veranos calurosos, dejar de
invadir la naturaleza y permitir que grandes partes de nuestros territorios
absorban lluvias, albergar la vida silvestre y los polinizadores que la
agricultura necesita...
Finalmente, reubicar una parte de nuestra economía.
Necesitamos una multitud de empresarios locales e independientes, agricultores,
artesanos, pymes que satisfagan las necesidades básicas de cada territorio.
Varios estudios muestran que este tipo de economía local diversificada crea más
empleos y distribuye la riqueza de manera más equitativa.
Otras ideas que tendríamos que considerar:
territorios de cero residuos con economía circular y simbiótica, inscripción de
derechos para animales y la naturaleza, nuevos indicadores- “PIB sostenible”-
que reemplazarían al PIB (producto interior bruto) actual.
Mahmoud M.
Rabbbani
Director de
Sustainable development over-seas programme
Doctor en Ciencias Químicas
Published in a Spanish Newspaper
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